I
El Tao que se intenta aprehender no es el Tao mismo;
el nombre que se le da no es su nombre adecuado.
El nombre representa el origen del universo; con un nombre, constituye la Madre de todos los seres.
Por el no ser, aprehendemos su secreto; por el ser abordamos todos sus accesos.
No ser y Ser salen de un fondo único, no se diferencian más que por sus nombres. Y ese fondo único se llama Oscuridad.
Oscurear esa oscuridad,
tal es la puerta de toda maravilla.
LXXXI
Las palabras verdaderas no son agradables;
las palabras agradables no son verdaderas.
El hombre de bien no es un orador;
un orador no es un hombre de bien.
La inteligencia no es la erudición;
la erudición no es la inteligencia.
El santo se cuida de amasar;
al dedicarse al prójimo, se enriquece
y, después de haberlo dado todo,
posee todavía más.
La vía del cielo tiene ventaja y no daña;
la virtud del santo actúa sin nada reclamar.