El comentarista romano Ammanianus Marcellinus escribió lo siguiente sobre ellas:
“Un ejército entero de extranjeros sería incapaz de detener a un puñado de galos si éstos pidiesen ayuda a sus mujeres.
Las he visto surgir de sus cabañas convertidas en unas furias:
hinchado el blanco cuello, rechinando los dientes y esgrimiendo una estaca sobre sus cabezas, prontas a golpear salvajemente, sin olvidarse de las patadas y mordiscos, en unas acciones tan fulminantes que se diría que todo en ellas se ha convertido en una especie de catapulta.
Unas lobas en celo no lucharían tan rabiosamente para proteger a su camada como ellas…”